Esta extraña manera de examinar. Los jurados de doctorado en historia en la UNAM

Recién estuve en un encuentro internacional con colegas de universidades iberoamericanas, europeas, estadounidenses y asiáticas. En las charlas, surgió una discusión acerca de cómo se obtiene el doctorado en historia en diversas instituciones. En algunas de las británicas, por ejemplo, se ha omitido ya ese ritual que es el examen o defensa de tesis. Simplemente, el director de tesis autoriza una versión final, que será evaluada por los lectores, de preferencia de universidades ajenas a la del director, quienes sugerirán cambios, harán críticas y, si es el caso, la aprobarán. Al reunir todas las aprobaciones, el estudiante tramita su título de doctor en historia. En las que mantienen el examen viva voce, los lectores (dos o tres) se reúnen a puerta cerrada con el examinado para criticar y dialogar. En Francia y en España aún se mantiene el rito del examen de grado. Tanto el tesista como su director participan en la defensa de la tesis, ante un tribunal integrado por varios colegas (tres, cuatro, seis incluso, dependiendo de la institución) de la propia universidad y de otras. Quiero resaltar este punto: los examinados, los evaluados, son director y dirigido. Por supuesto, si algo llegara a salir mal en la defensa (cosa extraña, pues previamente los miembros del tribunal ya hicieron sus críticas y sugerencias para dar la aprobación), el reprobado es sólo el dirigido, pero el director también ve perjudicado su prestigio con lo que se reducen las posibilidades de que vuelva a dirigir tesis.

En América Latina la situación es un poco diferente. Al menos en Argentina, según me informaron los colegas, el director de tesis sí está presente en el jurado que examina al estudiante, pero se da por descontado que hará una defensa de la tesis y, lo más importante, que no intervendrá en la calificación. Como afirmó Gabriel Entin, el director dirige, no examina el producto final, de hecho, él también es responsable por el producto final.

La Universidad Nacional Autónoma de México es un caso extraordinario que asombró a los colegas. Los provenientes de países nórdicos no lo podían creer. Veámoslo. En la UNAM, tradicionalmente los exámenes para obtener el doctorado en historia requerían el visto bueno del director y, acto seguido, el voto aprobatorio de seis sinodales. Todos juntos integrarían el jurado. Así las cosas, el estudiante contaba con la defensa de su director, pero con la mirada crítica de seis profesores, casi siempre de la propia Universidad y, por lo mismo, con muchas posibilidades de haber sido maestros del examinado.

A finales del siglo pasado, una reforma en los posgrados de la UNAM creó los doctorados tutorales, en los que se integraba un comité de tutores, compuesto por tres académicos, para dirigir la tesis. El argumento, muy bueno, es que tres dirigen mejor que uno. El resto del procedimiento era el mismo. La diferencia radicaba en que quienes nos doctoramos con este modelo (yo lo hice en 2001), teníamos tres directores que en el examen de posgrado estarían de nuestro lado, y cuatro miradas críticas, aunque la mayoría fuera de antiguos profesores, toda vez que se prefiere a académicos de la propia Universidad para integrar el jurado.

Al comenzar el siglo XXI, no faltó quien asegurara que reunir un jurado de siete personas resultaba muy complicado, por lo que su número se redujo a cinco. La proporción entre quienes dirigieron la tesis y los que la examinaban cambió del todo: tres contra dos. Para colmo, no sé desde cuándo, es posible que de los cinco integrantes del jurado sólo participen tres, y me ha tocado presenciar exámenes en los que los tres jurados son precisamente ¡los miembros del comité de tutores! Es decir, que los directores son los encargados de examinar al estudiante que ellos mismos han conducido, lo cual reduce las posibilidades de que sean muy estrictos, toda vez que ellos también son responsables de la tesis.

¿Cuáles pueden ser los resultados de esta manera de examinar a los jóvenes doctorandos? A modo de hipótesis, puedo suponer que el número de menciones honoríficas (la más alta calificación) ha aumentado en los últimos años, pero también me temo que esta forma de actuar habrá permitido que algunas tesis hayan sido aprobadas sin tener la calidad necesaria. Imagino que este último aserto ocasionará desagrado y con razón: no tengo manera de probarlo y, en todo caso, es difícil señalar en dónde está la buena calidad. Por desgracia, tenemos ejemplos más o menos recientes de tesis (como la de Boris Berenzon, integrada en buena parte por textos de otros autores a los que no da reconocimiento y que unió de un modo francamente torpe) que no debieron haber sido aprobadas. Tal vez un jurado compuesto por académicos que no hayan sido profesores y amigos del postulante, formado en su mayoría por profesores de otras universidades, hubiera sido más crítico.

Nota:
En la primera versión de este post no indiqué que en la mayoría de las universidades del Reino Unido se mantiene el examen viva voce. Gracias a Ana Romero por su comentario.

9 thoughts on “Esta extraña manera de examinar. Los jurados de doctorado en historia en la UNAM

  1. En Finlandia, la tesis es revisada por un lector qué la pre-examina. Después de pre-aprobada, se busca un oponente. Es decir, un profesor externo, que no tenga relación alguna ni con el candidato ni con su supervisor. En el examen de grado, el oponente realiza las preguntas al candidato doctoral.

  2. bueno…y también se de casos en los que el director torpemente simula dirigir una tesis y el día del examen se convierte en el más feroz crítico de su dirigido…

    1. Tienes razón, pero no es mi interés señalar que hay buenos y malos directores de tesis, sino que el diseño institucional para obtener el doctorado en historia en mi Universidad propicia que los directores sean, al mismo tiempo, jurado, es decir, son juez y parte.

  3. Soy el mas agraviado, pero a Berenzon lo protege una red corrupta

  4. ¿No será que la presión por no perder el visto bueno de Conacyt ha ocasionado que se otorguen grados a diestra y siniestra? la lógica y la preocupación en la mayoría de los programas de posgrado en México es que se titule la mayor cantidad de estudiantes.

    1. Sin embargo, no se ha incrementado la eficiencia terminal.

  5. Muy interesante, considero que lo mejor para incentivar tesis de mejor calidad es lograr la apertura del sínodo, no sólo reducirlo a lo que hay en la facultad de filos o el instituto de históricas, poder incluir una mayoría de lectores externos a la unam, pero eso afectaría los numeritos en incentivos y estímulos económicos para los académicos e investigadores de la unam, gran dilema ¿no? El conocimiento lo vale, pero vale para las instituciones y los trabajadores de ahí?

  6. saludos, tu articulo es muy bueno y al mismo tiempo preocupante, parece que en esa bizarra y loca competencia por tener «doctorados» y presumir ante autoridades educativas internacionales, en México se bajan los estandares de calidad con una desvergüenza tal que no llegará a sorprenderme el día que cualquiera pueda adquirir este grado con solo comprar una forma en una papeleria. Para muestra un botón:

    http://no-brain-zone.blogspot.mx/2006/09/la-generacin-perdida-parte-2-las.html

    A muchos le parecerá el caso muy semejante a la situación educativa en nuestro país.

  7. En la Complutense, luego de que el comité da el visto bueno, se publican las ‘amonestaciones’ por 15 días, por si alguien tiene alguna objeción. Luego, el día del examen cualquier docto presente en la sala puede tomar la palabra. Eso es transparencia, no en México plagiadores a quienes no se les puede hacer nada.
    Yo estoy enfrentando un caso así: un estudiante de doctorado en historia se robó ideas de mi tesis de licenciatura (que luego se publicó) y no hay un comité de honor con quien quejarme.

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