Lógicas económicas

Leo con preocupación noticias acerca de las medidas que los principales gobiernos europeos están tomando contra la crisis de deuda que los aqueja: recortes en el gasto público e incremento en la recaudación fiscal. Sin duda, así los Estados estarán mejor preparados para cumplir responsablemente a sus acreedores, grandes bancos temerosos de las pérdidas que una cesación de pagos ocasionaría. Estaríamos ante un panorama apocalíptico si los bancos quebraran y los ahorradores perdieran su patrimonio. Sin embargo, no estoy del todo seguro de este plan. Para empezar, rompe con todo lo que imaginé acerca de las políticas económicas ortodoxas. Para los políticos de izquierda social, el gasto público es un importante motor de la economía, crea mercados internos, favorece el desarrollo de empresas y proporciona bienestar (fundamentalmente educación y salud) a los ciudadanos. Para conseguir esto, los impuestos deben incrementarse y administrarse de forma eficaz y honesta. En cambio, la derecha liberal supone que los impuestos deben ser muy bajos, para permitir la inversión privada, que genera empleos, desarrolla empresas y permite a los ciudadanos hacerse cargo de sus propias necesidades, aunque esto signifique que el Estado (y mejor así) no pueda gastar mucho. No estoy en condiciones de señalar cuál de las dos posturas es la más adecuada. La experiencia muestra que a la larga un enorme gasto social es infinanciable, mientras que el recorte de impuestos y de gasto público no garantiza inversiones productivas. De ahí que casi ningún grupo político – en la práctica – se vaya a los extremos de estas posiciones. No obstante, debo reconocer que cada una tiene su propia lógica.

Siempre he pensado que los políticos mexicanos van en contra de cualquier lógica al promover exenciones fiscales (para los más ricos y los más pobres), desaparecer impuestos (como la tenencia) y no generalizar el IVA, al tiempo de prometer más gasto social en programas contra la pobreza, construcción de infraestructura y otras cosas. Me parece ridículo. México es uno de los países de América Latina que menos recauda, pero que más gasta. Eso ocasiona numerosos problemas. Ahora bien, lo que están haciendo los europeos, encabezados por Alemania y Francia, no me parece ridículo sino trágico: no veo cómo la subida de impuestos y el recorte de gasto público crearán los millones de empleos que países como España necesitan. Más impuestos es menos inversión privada, más recortes es menos inversión pública. A la larga, la falta de crecimiento (o el crecimiento mediocre) traerá problemas para financiar a los Estados que están tomando medidas tan fuera de toda lógica.

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