Historiador con depresión

En el último número de The American Historical Review hay un trabajo estupendo de Mary Klann sobre los I-Search Papers. Abordaré ese tema en otra ocasión. Por ahora quiero centrarme en un aspecto que ella aborda: la frustración. Klann estaba embarazada cuando estaba haciendo investigación para su tesis doctoral, lo que le provocaba enormes fatigas físicas y mentales. Desafortunadamente, su hipótesis de trabajo inicial no pudo ser probada, lo que generó frustración.

No recuerdo haber leído nunca sobre la frustración en el trabajo académico ni en la investigación histórica. La primera vez que experimenté frustración en mi trabajo tenía 22 años. Estaba investigando sobre Manuel de Mier y Terán, un general mexicano que se suicidó en 1832. Comencé a buscar sus documentos en el Archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores, el de la Secretaría de Guerra y en el fondo documental de Gobernación en el Archivo General de la Nación. No encontré gran cosa en los dos primeros archivos y nada en el fondo de Gobernación. Afortunadamente, más tarde descubrí que la mayoría de la correspondencia de Terán se encontraba en la colección del Hospital de Jesús, donde había sido llevada por Lucas Alamán.

Esa primera frustración no me desanimó en mi camino para ser historiador, especialmente porque poco después empecé a trabajar como becario en el Instituto Mora. Mónica Toussaint me envió a transcribir numerosos documentos de los Papeles Personales de Porfirio Díaz, lo cual resultó ser una experiencia fascinante que reafirmó mi vocación.

Nunca volví a experimentar la misma frustración hasta hace poco. En 2016, mi padre fue víctima de la terrible violencia de México. A partir de ese momento, comencé a sentirme desalentado. Poco después, me diagnosticaron un trastorno depresivo mayor, que luego cambió a trastorno depresivo persistente. No es difícil imaginar cómo la ansiedad y la frustración han afectado mi trabajo como historiador.

Durante años, me enfoqué en estudiar los gobiernos locales y provinciales en América Latina después de la independencia. Mi hipótesis era que para comprender el proceso de construcción del Estado, era esencial poner más atención a los gobiernos locales que a los nacionales. En Argentina, México, América Central y Colombia, observé similitudes en las políticas implementadas por los gobiernos regionales. También descubrí que estas medidas provocaron reacciones y llevaron al derrocamiento de estos gobiernos en la década de 1830. Siempre que tuve la oportunidad (cuando no estaba dando clases), emprendí diferentes viajes, desde Buenos Aires hasta Zacatecas. Fotografié cientos de manuscritos e impresos antiguos en Guatemala, Nueva Orleáns y varias ciudades de México. Más tarde, me di cuenta de que esos viajes y fotografías eran una forma de autoengaño, ya que nunca organicé adecuadamente esos materiales. Eliminé muchos de ellos, a veces accidentalmente, otras a propósito, como una forma de autosabotaje.

Mi proyecto de investigación no me emocionaba. Durante esos años, procuré cumplir con mis obligaciones laborales, dando clases y publicando varios trabajos sobre las guerras de independencia, tema que me parece más fácil, pues lo he trabajado desde siempre. En cambio, mi proyecto de investigación principal naufragó.

En algún momento, descubrí que los gobiernos que estaba estudiando habían enfrentado el cólera en el continente. Me decidí abordar ese tema. Más tarde, llegó la pandemia de Covid-19, lo que me convenció todavía más a trabajar la epidemia de la década de 1830 desde diversas perspectivas. Ahora, cuando discuto mi proyecto con mis colegas, suelen entusiasmarse con mi trabajo. Debo confesar que yo no siento lo mismo y que sigo investigando solo para no desmoronarme. Tengo confianza en que, eventualmente, renacerá el entusiasmo.

En inglés hay un término, burnout, que se refiere al estrés y agotamiento ocasionados por los entornos laborales o académicos. Puede sucederle a cualquiera, pero es aún más desafiante para personas padecemos otros trastornos. Nadie nos enseña acerca de los aspectos emocionales de la profesión. No es un tema que se discuta abiertamente con frecuencia. Agradezco a Mary Klann por hacerme reflexionar sobre estos asuntos.

La versión original la publiqué en Harlem Diary

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